El día de hoy se conmemora el Día Mundial de la Justicia Social, bajo el lema “Superar barreras y desbloquear oportunidades para la justicia social”, celebración instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 26 de noviembre de 2007, cuyo lema se centra en las recomendaciones de la Agenda Común para reforzar la solidaridad mundial y restablecer la confianza en los gobiernos.
La conmemoración en su edición 2023 busca fomentar el diálogo con los Estados miembros, las juventudes, los interlocutores sociales, la sociedad civil, las organizaciones de las Naciones Unidas y otras partes interesadas sobre las medidas necesarias para fortalecer el contrato social que se ha visto fracturado por el aumento de las desigualdades, los conflictos y el debilitamiento de las instituciones destinadas a proteger los derechos de las personas trabajadoras.
A continuación, compartimos el mensaje de Naciones Unidas:
Una Coalición Mundial para la Justicia Social
La pobreza y las desigualdades dentro de los países y entre ellos están aumentando en muchas partes del mundo. Las crisis económicas y sociales de los últimos años se han visto agravadas por las consecuencias de la pandemia de COVID-19, los desastres naturales resultantes de la aceleración del cambio climático, las tensiones geopolíticas y los conflictos armados. Estas crisis, al margen de las tragedias humanas que provocan y su impacto en el mundo del trabajo, han puesto de manifiesto las interrelaciones y dependencias de las economías y sociedades en todo el mundo y la imperiosa necesidad de adoptar medidas concertadas para poder afrontarlas a nivel mundial, regional y nacional.
Esto ha ocurrido entre grandes transformaciones como las crecientes perturbaciones en las economías vinculadas a la globalización y la tecnología, importantes cambios demográficos, crecientes flujos migratorios y situaciones prolongadas de fragilidad. El mundo del trabajo no ha salido indemne de estas convulsiones. La aparente falta de respuesta satisfactoria a estos múltiples desafíos y cambios ha suscitado en muchos países un creciente descontento y desconfianza con respecto a las instituciones establecidas y los responsables de la vida pública.
Ante esta compleja situación, el sistema multilateral también se ha esforzado por adaptarse al entorno cambiante y dar respuestas concretas y coordinadas a muchos de los desafíos más acuciantes a los que se enfrenta el mundo. La creciente discordancia entre los compromisos internacionales asumidos y los logros concretos obtenidos ha fragilizado la acción multilateral y su credibilidad, dando pie a críticas abiertas o desinterés. Ahora más que nunca, es urgente que el sistema multilateral cumpla con sus compromisos y contribuya a aportar soluciones a los problemas cotidianos de las personas de manera más eficaz y coherente.
Este sentimiento de urgencia ha sido compartido entre muchos, entre ellos, el Secretario General de las Naciones Unidas quien, en su informe Nuestra Agenda Común alerta sobre las crecientes brechas actuales y aboga por una forma de multilateralismo más interconectada e inclusiva, que vuelva a apostar por la solidaridad mundial y renueve el contrato social entre los Gobiernos y la población y dentro de cada sociedad, basándose en una concepción amplia de los derechos humanos.
La justicia social hace que las sociedades y las economías funcionen mejor y reduce la pobreza, las desigualdades y las tensiones sociales. Desempeña un papel importante en la consecución de vías de desarrollo socioeconómico más inclusivas y sostenibles y es clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, especialmente cuando estamos lejos de alcanzar tales objetivos.
Ahora es más importante que nunca que el sistema multilateral se una en torno a un conjunto de valores y objetivos comunes y determine los medios para responder a las aspiraciones y necesidades de los pueblos. Así pues, la justicia social tiene que convertirse en una de las piedras angulares del multilateralismo renovado que se necesita; un objetivo aglutinador, pero también un instrumento significativo para un sistema multilateral más eficaz, que garantice la coherencia en toda una serie de ámbitos políticos.
Fuente: Naciones Unidas